Recuerdo
como si hubiese sido ayer el día en el que de repente no te vi más y claramente
recuerdo el día de ayer. El día en el que nos volvimos a encontrar.
Se
preguntarán qué carajo estoy haciendo caminando sin rumbo bajo la mirada de
este cielo gris y llorón cuando en el departamento tengo a quien me hace querer
escapar de lo que me impongo a ser.
La verdad es que no sé si tengo una respuesta pero esto fue lo que
pasó: me desperté esta mañana sintiéndome terriblemente bien, como cuando estás
en total armonía pero presentís que es muy bueno para ser verdad y que no puede
durar por mucho tiempo más. Me quise estirar como todos los días pero un peso
sobre el estómago y las piernas me impedía moverme con libertad. Obviamente que
en esos cinco segundos de primera conciencia no me acordé quien era ese peso. Abrí los ojos de repente, como cuando te
despertás de golpe al sentir que te quedas dormida y ahí fue cuando me volvió
todo a la mente. Miradas, manos, labios, caricias, palabras, piel, risas,
suspiros, besos. Giré el rostro como para absurdamente confirmar mis recuerdos
tan recientes y ahí estaba, por supuesto, la razón por la que no me había
podido mover en el pasado y por la que tampoco podía moverme ahora.
Dormido
cual bebé estaba ese hombre que tantas veces imaginé ver así. Tenía la
expresión más linda, los pelos revueltos y la piel más acariciable del
universo. Pero aunque era un momento que siempre deseé vivir, con el que soñé y
por el que hasta lloré de rabia, me sentía ajena. Otra vez aparecieron las
malditas ganas de huir (las mismas que me hicieron llegar hasta acá en
definitiva) y ese sentimiento autodestructivo que me caracteriza.
¿Por
qué tan inoportuno? será que lo oportuno no existe y uno se lo tiene que crear…
Me
levanté suavemente y él sólo se volvió a acomodar para seguir en los brazos de
Morfeo. Algo me decía que no había dormido así en mucho tiempo.
Me
vestí rápidamente y salí sin mirar atrás.
Creo que si mi vicio fuese fumar lo estaría
haciendo en este momento. Me vendría genial algo así, como para tratar de
expulsar todo lo malo de mi cabeza, y corazón ya que estamos, con el humo. Pero
como no fumo, mejor camino tratando de huir de mis propios pensamientos que no
me dejan perdonarme.
Mi vicio no es algo tangible, sino, engancharme con hombres que nunca logro descifrar y por eso me intrigan. Y yo, enamorándome un día y desenamorándome al siguiente, sin dejarme querer, dejando que el miedo a ser vulnerable gane, sigo marcando el corazón con cicatrices.
Mi vicio no es algo tangible, sino, engancharme con hombres que nunca logro descifrar y por eso me intrigan. Y yo, enamorándome un día y desenamorándome al siguiente, sin dejarme querer, dejando que el miedo a ser vulnerable gane, sigo marcando el corazón con cicatrices.
No hay comentarios:
Publicar un comentario