Ella siempre a la defensiva, siempre alerta, siempre afilando la lengua y esperando atenta a saltar cual fiera.
El mirando, intentando, siempre a un paso de romper esa barrera invisible, queriendo ir lento pero seguro. Y aún no lo logra.
Ella y sus miedos, cómoda en lo cotideano de esas ganas de ganar pero que, por no ariesgar lo que no quiere pero conoce, termina perdiendo lo que necesita.
El cansado y con el ego herido. No quiere intentar más y está confundido. "Para qué sufrir más" y se va con sus ganas de querer a otra parte, se da vuelta y emprende viaje.
Ella de nuevo ve al amor dandole la espalda y se da cuenta de que es tarde...
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