Polvo de estrellas

Si pudiese transformar  todo esto en una película, no estaría sentada en este sillón incómodo escribiendo. Puede que (si esto no fuese cómo es), vos hubieses aparecido en la puerta de mi departamento, así, de la nada. No me sorprendería porque siempre fuiste de esa manera. Totalmente espontáneo e inentendible ante mi mente racional. Yo te sonreiría, irónica, porque sabía que más tarde que temprano ibas a volver. Y no me importaría estar desarreglada, despeinada y sin maquillaje porque fuiste la única persona que me conoció primero de esa manera.  Nos miraríamos unos segundos, pero no me quise perder en tu mirada (como suelo hacer) y me haría a un lado para que pudieses entrar. No te había mirado el cuerpo mientras estabas en el marco de la puerta, por lo que ahora que te alejaste de mi puedo ver que estás en piyama (o por lo menos en ropa que parece para dormir) y ruedo los ojos a la vez que me río tenuemente. Como si vinieses para un piyama party. Todo me parece un deja vú o puede que hasta un antiguo sueño.

-      -- ¿De qué te reís? - me preguntás sonriendo de costado y arqueando las cejas
-     --  De vos – te contesto simplemente mientras me doy vuelta para cerrar la puerta. Algo me dice que esta noche no voy a necesitar abrirla de nuevo.

    Te sentás en aquel sillón donde mi cuerpo se encontraba hasta hace instantes pero yo me quedo de pie, te miro y no entiendo qué hacés interrumpiendo mi vida de nuevo. Siempre tan inconveniente, siempre en el momento menos indicado. Tan inoportuno. Trato de leer alguna pista en tu rostro, alguna seña ínfima que se refleje en tus expresiones o en la claridad de tu mirada y me dé un indicio de cómo seguir, cómo manejar todo esto. Pero no quiero no emborrachar mis ojos y mi mente con tu presencia. Los cierro como para empezar de nuevo y los vuelvo a abrir.

-      --  Loca, ¿vamos a mirarnos toda la noche o me vas a preguntar qué es lo que hago acá? – y seguís con esa soberbia no soberbia que te sale por los poros
-       Supuse que como vos fuiste el que interrumpió mi noche, vos serías el que rompa el silencio.- te digo mientras me siento en el espacio restante del sillón. Te mordés los labios y mirás hacia abajo… como cuando te tomás unos segundos antes de hablar sobre algo que te oprime el pecho. Te leo como a un libro. Lo que está por venir puede ser muy bueno pero a la vez muy duro.
-       -- ¿Sabés qué? – se vino el vómito verbal -  Yo no me fui aquella vez porque tenía ganas de empezar de cero como le digo a todos que pasó. Yo me fui porque no sabía cómo manejarme después de que te conocí. Me volaste la cabeza, flaca. Pero no, no te quiero culpar a vos, vos fuiste y sos esa cosa que me delata, que me hace vulnerable, que me hace más humano, impotente ante mi propia cabeza. Por eso me fui, porque no podía seguir luchando en mi contra, tenía que sacarte del medio para ver si volvía a ser como antes. Pero vos bien sabés que una vez que las cosas cambian no hay vuelta atrás. Yo cambié de ambiente y hasta de continente, pero vos siempre estabas ahí, en cada cosa que mirase, en cada pequeño detalle, siempre conmigo, en el salvapantallas de mi cabeza. Y el día que apareciste por el bar, dejando esa estela de luz que llevás siempre con vos, me golpeó todo de nuevo, me volaste la cabeza otra vez. No lo podía creer. Todas las barreras que construí para no pensar cedieron y me encontré de nuevo con una mente ametrallándome de palabras y recuerdos. Y vos bien sabés que en mi vida todo es palabras, todo es un choque de ideas contra otras pero no podía dejar de pensar que yo no quiero esto, no quiero tachar más días del calendario, no quiero que la vida me traspase, yo quiero traspasarla a ella. Pero ¿cómo te das cuenta cuándo es el momento de dejar de tirar del hilo de lo inevitable? Irremediablemente te das cuenta cuando el hilo se rompe y eso fue lo que me pasó con vos. Quise ignorar al corazón porque era muy fuerte y al final terminé rompiendo todo. Y en ese todo te incluyo a vos. Yo… no sé, te pido perdón por muy idiota que suene, te pido que trates de entenderme. Sé que fui un cagón pero no lo quiero ser más. También sé que mi vida ahora no es lo más estable, es más, hasta es altamente comparable con una montaña rusa pero me encantaría que te sientes al lado mío para compartir el viaje...

1 comentario: