"Todos nacemos locos. Algunos continúan así siempre." Samuel Beckett

Que se me das más fácil escribir fragmentos tristes o relacionados con el desamor que escribir sobre cosas alegres. Porque los momentos alegres comenzaron hace un tiempito. Que me dolía al sonreír. Que tenía la mente hecha pequeños pedacitos de papel del calcar. Que nadie conocía mis dientes. Que tenía ganas de crecer para que todo eso se vaya. Que crecí un poco y eso no hizo que las cosas que me hacían mal se vayan. Que fui yo solita. Que algo dentro mío hizo “click” y desde ese momento todo tuvo sentido. Que desde ese momento vi todo con claridad. Porque por más que mucha gente quiera ayudar con toda la buena onda del mundo el cambio empieza adentro tuyo. Que de la tristeza se aprende. Que todavía soy una pendeja caprichosa pero creo que un poco me gusta, sabés, como para pensar que soy algo adolecente. Que siempre que me preguntas si es estoy bien digo que sí. Que muchas veces no soy sincera. Que no me gusta que los demás se preocupen por mí pero que constantemente estoy necesitando apoyo y sustento.  Que mi esqueleto es el de un viejito con artrosis pero que me las he arreglado para tener músculos fuertes que no me dejan caer derrumbada como un castillo de cartas. Que mi cabeza es una maldita caja de pandora. Y yo odio las cajas de pandoras. Que siempre quise ser alegre, sociable y solidaria. Y soy todo lo contrario Jajaja.

Pero, a la larga o a la corta (ya estoy tan loca que perdí el innecesario norte) pude quererme así, valorarme así y que si a alguien no le gusta que no me joda. Comprendí que no necesito que siembren flores en mi jardín, que puedo ir y plantarlas sola para después sacarlas y regalárselas a alguien para sacarle una sonrisa. 

Entendí que si vas por la vida sonriendo ésta te sonríe de vuelta. Que todo se trasforma, que nada se desperdicia. Que si le hacés frente a los problemas se asustan y se van.